A mi gran familia…

Algunas cosas que eran privadas, ahora las dedico a mi gran familia que ya no es sólo de relación sanguínea, es de alma y corazón, decidiendo compartir lo que existe dentro de mi, para transmitir y dejar una huella de lo que quiero q conserven de mi…

El hambre de la eternidad, el suelo de la inconciencia,
el corazón de la inocencia y el ansia de descubrir.

Cada día perseguir un sueño, llorar y caerse,
reír y levantarse, para siempre proseguir…
el brillo de una estrella, que te alumbra
el sol interrumpiendo el sueño y el delirio de mi amor por ti.

El tiempo que se escapa como agua que lucha entre las manos,
el universo escuchando los murmullos, todo eso que se vuelve subir una montaña y es tan solo vivir…

Vivir creando un sueño, acompañado de ti…

Gracias por ayudarme a cumplir todos mis sueños y seguirme en esta travesía que representa la vida…

9.1.11

Quizá...

Quizá yo siempre miré hacia el lado equivocado, nunca a tus ojos ni a tus labios. Quizás esa insistencia de mirar hacía el este o el oeste de la nada, buscando lo que tú tenías para darme y yo no me daba cuenta, o tontamente me creía segura por siempre y eso me llevó a perderte.

El camino lo hemos transitado tantas veces, miles de veces hemos pasado por el mismo río, subimos la misma cumbre y nos tropezamos con la misma piedra cayendo en el mismo agujero, por miedo a mirar hacia otros lados.

Y precisamente hoy me di cuenta que miré hacía otro lado, que nunca me detuve en esa hermosa sonrisa que me cautiva, ni me tropecé con esos dulces labios que a pesar de escucharte tantas veces nunca me detuve a sentir cuando me cantaban las melodías que encierran las palabras cuando hablas.

Hoy sentada frente a un inmenso mar, detuve mi mirada en tu rostro, clavé mis ojos en tu cabello, me quedé prendada de tus ojos, y, de pronto cayeron mis ojos hasta tus manos que jugaban con un cigarro que no quería apagarse entre tus dedos.

De pronto caí en la cuenta que llevamos horas de hablar, de contarnos las experiencias de lo último que no hemos vivido juntos, de recordar nuevamente con melancólica nostalgia la manera en que nos conocimos hablando de lo que solo tú y yo conocemos, nunca me mencionaste nada sobre ese amor que sentías por mí y que te condenó a la soledad por tantos años.

Y ahora, aquí, frente al atardecer y el bello mar me dí cuenta que siempre miré hacía el lado equivocado.

Busqué en otros ojos lo que tú me dabas y yo no veía, en otra boca la dulzura que tus palabras me daban y no sentía, en otras manos la fuerza que las tuyas me dieran tantas veces cuando llegaba golpeada por otra equivocación, busqué en otros cuerpos el calor que solo el tuyo en un simple abrazo me daba.

Ahora cuando tus labios solo pronuncian palabras, cuando tus ojos me miran con ternura, me doy cuenta que siempre miré hacia otro lado sin detenerme a mirarte, sin perder un segundo en tu mirada y ver el alma que ponías en ella solo para entregármela.

Ahora, con nuestras manos cruzadas, caí en la cuenta que equivoqué el camino, lo sentí en tu beso en la frente, en tus manos tomándome entre tu regazo con la mas grande ternura, lo sentí en ese abrazo prolongando los instantes.

Quizá yo siempre miré hacia el lado equivocado, nunca a tus ojos ni a tus labios. Quizás esa insistencia de mirar hacía el este o el oeste de la nada.

Sólo sé que en este instante a tu lado hoy me siento segura al estar en con tus palabras, tus brazos y tu mirada. Quizá si nunca hubiera mirado hacia otro lado.

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