¿Me permites amarte?....
en realidad me lo otorgo, sin permiso alguno,
me doy gusto al mirarte mientras conversas pausadamente,
te observo en la distancia sin perder detalle,
admiro en silencio tu belleza que me embeleza.
¿Me permites seguir el compás de tus latidos?
¿El tono de tu voz armoniosa?
y ¿Tus cuidadas y tiernas palabras?
en realidad lo hago sin que te des cuenta…
Me gustaría acariciar nuevamente ese rostro
creado por Dioses con manos de seda,
sentir cada rincón con los ojos cerrados,
pues lo conozco tan bien…
Rozas mi mano sin querer,
sin darte cuenta de lo que consigues,
lo que el interruptor de mi corazón necesita para encenderse,
aunque poco hace falta para que explote esto que siento,
y que tanto me das sin saberlo.
Te diriges a mí, y, tengo que fingir,
para evitar que el mundo lo note,
me convierto en cristal transparente
al encontrarme tan desnuda ante ti,
ante el resto de la gente.
Me otorgo el placer de tu sonrisa,
de tu pelo alineado, del aroma de tu cuerpo
de la tersura de tu piel y la dulzura de tus labios,
conozco tan bien tu ropa aunque nunca vi el armario
que sé perfectamente a la distancia
lo que estarás utilizando.
Se muy bien lo que vas a decir
aunque no entre en tu cabeza,
la manera en que vas a responder
el teléfono antes de que suene,
la dulzura de tus pensamientos,
la contundencia de tus acciones,
la seguridad de tus decisiones.
Amo todo de ti aunque no lo sepas,
aunque no me lo permitas,
aunque otras personas altivas
pasen por mi lado y por tu vida,
sintiendo, disfrutando, viviendo, lo que juntos desearíamos,
pero, seguiré aquí escondida tomándome la libertad
de amarte en soledad.
Sí, me doy el permiso de amarte oculta,
porque la perfección que me da permanecer así
me permite acercarme más,
entrando lentamente hasta tus sueños
y cuando lo sientas, no lo podrás evitar.
De repente ocurre, nos miramos y, algo te perturba,
¿Que me paso desapercibido?
¿Tus dudas, tu miedo o tal vez inseguridad?
¿Acaso no te das cuenta que estando a mi lado
todo eso desaparecerá?
Te diriges a mi, por mi nombre
¡Dios que dulce suena de tus labios!,
Tras un breve silencio me insinúas vernos ya,
sabiendo que no existe poder alguno que lo pueda evitar,
y, desde ese momento no paro de soñar,
esperando ese instante sublime de volverte a acariciar,
para que una vez mas me vuelvas a necesitar.
Me permites amarte?
Y pienso, es demasiado tarde,
ya no necesito tu permiso…
Te amo como nadie te amará…
RALG