Como cada noche, irás y vendrás por mí
exaltado desvelo, dueño de mis noches y días.
Mi dolor callaré hacia dentro,
¡No seas tan sólo un instante ahora!
¡No seas!
¿Dices que me amas?...
No bastaron todas esas noches colmadas
de ternura y hogueras, la dulzura
en tus labios y caricias entregadas.
¿Dices que me amas?
¿Porqué no dejo entonces de anhelarte ansiosamente?
Conjeturar es lo que más realizo y,
por ende mi dolor sucumbe en llanto
que me arrulla en un apacible sollozo.
Este dolor parte con su filo la ilusión
cortando en mil pedazos mi fé y esperanza.
¡Libérame de continuar soñándote!
así perecerá mi urgente necesidad
por saber de ti, permaneciendo
siempre a la espera de encontrar tu mirada.
¿Dices que me amas? Entonces…
¡Devuélveme la sonrisa,
y paz que sentí cuando te conocí!
Estallará mi razón al caer la noche
y aparecerán mis miedos,
veré fantasmas por los rincones,
que me causarán horror
ante la llegada de esa hora espectral.
¡No seas noche ahora!
¡Vuelve a ser tú!
¿Dices que me amas?
¡Regresa al hombre que tiene mi corazón!
RALG
RALG
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